Puedes dar mapas e incluso provisiones a todos los barcos y capitanes de barco. Pero sólo encárgate de dirigir un timón: el tuyo.
Dios te puso a cargo de una sola persona: tú mismo.
Tratar de dirigir controlar el barco de otra persona con el timón que está en tu barco es algo invasivo, ofensivo, inútil, y hasta un poco tonto. Nunca lo conseguimos. Y nunca deberíamos conseguirlo, además.
Un solo océano: la vida. Un solo puerto: el que elegimos. Sólo un timón: el de nuestro barco. ¿Amigos?: que Dios te conceda millones. Pero, por favor, recuerda que tus seres amados son dueños de sí mismos (aunque te parezca que son pésimos dueños de sí mismos). El orden natural de las cosas indica que debemos amar a nuestros semejantes porque son parte de Dios y de la humanidad…y también parte de nosotros. Que les debemos el mismo respeto que nos debemos a nosotros. Pero que debemos guiar sólo nuestra vida porque es la única que controlamos. Cuida sólo tu jardín, porque es el único que te pertenece. No significa que tú debas comerte todos los frutos. Puedes regalar y compartir todos los frutos si lo deseas, y también compartir tus secretos de cultivo. Pero siembra, abona y cosecha sólo en tu jardín. Deja que los demás hagan lo propio en el suyo.
Sabiduría de una de los más grandes maestros espirituales en la historia de la humanidad, Jesús de Nazaret: “El que regala un pescado alimenta durante un día, el que enseña a pescar alimenta durante toda la vida”. Y sabiduría popular: “De cada 100 lágrimas que derramas, 10 son por tonto y 90 por meterte en asuntos ajenos”.
Creo que nosotros podríamos enseñar a pescar “Y” regalar pescado. Así haremos obras buenas en dos direcciones. Comprendo que hay muchas personas que repiten los dichos del Maestro Jesús, pero que lo hacen para negar pescado a sus hermanos pero sin enseñarlos tampoco a pescar. Mi opinión es que se pueden hacer las dos cosas. Al ayudar a los demás nos ayudamos a nosotros mismos.
El problema surge cuando no sabemos guiarnos a nosotros mismos porque entonces queremos corregirles la plana a los demás. Y queremos hacer parecer como una buena acción lo que en realidad es una invasión y una falta de respeto, ¿y todavía nos preguntamos porqué tenemos problemas? Si todos queremos ajustar a los demás a nuestros deseos y nadie quiere resolver sus propios problemas habrá un montón de problemas sin resolver y un montón de personas que sólo critican a los demás por la hierba mala cuando su propio jardín está lleno de malezas. En este proceso hacemos infelices a los demás y nos hacemos infelices a nosotros mismos.
No tenemos el derecho de negarles a los demás el regalo de libre albedrío que Dios les dio. No deberíamos permitirnos pensar que lo tenemos. No está bien que pensemos en esto cubriéndolo con el aura de las buenas intenciones o los deseos santos. Todo lo que nos haga creernos con el derecho a olvidar nuestra responsabilidad propia y a castigar a los demás, está errado, sin importar cuantas alas y túnicas blancas queramos ponerle a este deseo impuro.
Si todo el mundo (aún sin buena intención) decidiera corregirse a sí mismo y permitirles a los demás vivir su vida, aunque decidieran vivirla en el error, tendríamos un montón de gente libre y feliz que disfruta de la vida y goza la compañía de personas igualmente libres y felices. Sólo ocupándose de sí mismos. Ayudando a todos. Ocupándonos de nosotros mismos. Regalando nuestros frutos a todos. Afianzando nuestras propias raíces.
Si añadiéramos el factor compartir, el factor ayudar, el factor dar, tendríamos una abundancia ilimitada. Pero es importante reconocer que podemos ayudar a todos los que queramos, siempre y en todo lugar, pero que nunca deberíamos permitirnos pensar que somos responsables de la vida de otra persona, porque en el momento en el que empezamos a pensar en eso empezamos a limitarlos a ellos y a esclavizarnos nosotros.
Dios está en todos nosotros. Que cada uno de nosotros escuche y conserve luminoso su vínculo con el Creador. Que cada uno de nosotros respete al prójimo como al Creador mismo.
Que Dios te bendiga.
Que seas muy feliz.
Que toda la gente a tu alrededor sea feliz.
Dios te puso a cargo de una sola persona: tú mismo.
Tratar de dirigir controlar el barco de otra persona con el timón que está en tu barco es algo invasivo, ofensivo, inútil, y hasta un poco tonto. Nunca lo conseguimos. Y nunca deberíamos conseguirlo, además.
Un solo océano: la vida. Un solo puerto: el que elegimos. Sólo un timón: el de nuestro barco. ¿Amigos?: que Dios te conceda millones. Pero, por favor, recuerda que tus seres amados son dueños de sí mismos (aunque te parezca que son pésimos dueños de sí mismos). El orden natural de las cosas indica que debemos amar a nuestros semejantes porque son parte de Dios y de la humanidad…y también parte de nosotros. Que les debemos el mismo respeto que nos debemos a nosotros. Pero que debemos guiar sólo nuestra vida porque es la única que controlamos. Cuida sólo tu jardín, porque es el único que te pertenece. No significa que tú debas comerte todos los frutos. Puedes regalar y compartir todos los frutos si lo deseas, y también compartir tus secretos de cultivo. Pero siembra, abona y cosecha sólo en tu jardín. Deja que los demás hagan lo propio en el suyo.
Sabiduría de una de los más grandes maestros espirituales en la historia de la humanidad, Jesús de Nazaret: “El que regala un pescado alimenta durante un día, el que enseña a pescar alimenta durante toda la vida”. Y sabiduría popular: “De cada 100 lágrimas que derramas, 10 son por tonto y 90 por meterte en asuntos ajenos”.
Creo que nosotros podríamos enseñar a pescar “Y” regalar pescado. Así haremos obras buenas en dos direcciones. Comprendo que hay muchas personas que repiten los dichos del Maestro Jesús, pero que lo hacen para negar pescado a sus hermanos pero sin enseñarlos tampoco a pescar. Mi opinión es que se pueden hacer las dos cosas. Al ayudar a los demás nos ayudamos a nosotros mismos.
El problema surge cuando no sabemos guiarnos a nosotros mismos porque entonces queremos corregirles la plana a los demás. Y queremos hacer parecer como una buena acción lo que en realidad es una invasión y una falta de respeto, ¿y todavía nos preguntamos porqué tenemos problemas? Si todos queremos ajustar a los demás a nuestros deseos y nadie quiere resolver sus propios problemas habrá un montón de problemas sin resolver y un montón de personas que sólo critican a los demás por la hierba mala cuando su propio jardín está lleno de malezas. En este proceso hacemos infelices a los demás y nos hacemos infelices a nosotros mismos.
No tenemos el derecho de negarles a los demás el regalo de libre albedrío que Dios les dio. No deberíamos permitirnos pensar que lo tenemos. No está bien que pensemos en esto cubriéndolo con el aura de las buenas intenciones o los deseos santos. Todo lo que nos haga creernos con el derecho a olvidar nuestra responsabilidad propia y a castigar a los demás, está errado, sin importar cuantas alas y túnicas blancas queramos ponerle a este deseo impuro.
Si todo el mundo (aún sin buena intención) decidiera corregirse a sí mismo y permitirles a los demás vivir su vida, aunque decidieran vivirla en el error, tendríamos un montón de gente libre y feliz que disfruta de la vida y goza la compañía de personas igualmente libres y felices. Sólo ocupándose de sí mismos. Ayudando a todos. Ocupándonos de nosotros mismos. Regalando nuestros frutos a todos. Afianzando nuestras propias raíces.
Si añadiéramos el factor compartir, el factor ayudar, el factor dar, tendríamos una abundancia ilimitada. Pero es importante reconocer que podemos ayudar a todos los que queramos, siempre y en todo lugar, pero que nunca deberíamos permitirnos pensar que somos responsables de la vida de otra persona, porque en el momento en el que empezamos a pensar en eso empezamos a limitarlos a ellos y a esclavizarnos nosotros.
Dios está en todos nosotros. Que cada uno de nosotros escuche y conserve luminoso su vínculo con el Creador. Que cada uno de nosotros respete al prójimo como al Creador mismo.
Que Dios te bendiga.
Que seas muy feliz.
Que toda la gente a tu alrededor sea feliz.
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